Apocalipsis 14:6-13
Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo, 14:7 diciendo a gran voz: Temed a Dios, y dadle gloria, porque la hora de su juicio ha llegado; y adorad a aquel que hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas. 14:8 Otro ángel le siguió, diciendo: Ha caído, ha caído Babilonia, la gran ciudad, porque ha hecho beber a todas las naciones del vino del furor de su fornicación. 14:9 Y el tercer ángel los siguió, diciendo a gran voz: Si alguno adora a la bestia y a su imagen, y recibe la marca en su frente o en su mano, 14:10 él también beberá del vino de la ira de Dios, que ha sido vaciado puro en el cáliz de su ira; y será atormentado con fuego y azufre delante de los santos ángeles y del Cordero; 14:11 y el humo de su tormento sube por los siglos de los siglos. Y no tienen reposo de día ni de noche los que adoran a la bestia y a su imagen, ni nadie que reciba la marca de su nombre. 14:12 Aquí está la paciencia de los santos, los que guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. 14:13 Oí una voz que desde el cielo me decía: Escribe: Bienaventurados de aquí en adelante los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus trabajos, porque sus obras con ellos siguen.
Aquí parece manifestarse el progreso de la Reforma. Las cuatro proclamas son evidentes en su significado: que todos los cristianos sean exhortados a ser fieles a su Señor en el tiempo de la prueba. El evangelio es el gran medio por el cual son llevados los hombres a temer a Dios, y a darle gloria.
La predicación del evangelio eterno estremece los cimientos del anticristo en el mundo, y apresura su caída.
Si alguien persiste en someterse a la bestia, y en fomentar su causa, debe esperar ser miserable en cuerpo y alma para siempre. El creyente tiene que aventurarse o sufrir cualquier cosa por obedecer los mandamientos de Dios y por profesar la fe de Jesús. Que Dios nos conceda esta paciencia.
Nótese la descripción de los que son y serán bendecidos: los tales mueren en el Señor; mueren en la causa de Cristo, en estado de unión con Cristo; los tales son hallados en Cristo cuando llega la muerte. Descansan de todo pecado, tentación, pena y persecución; porque ahí el malo cesa de atormentarlos, ahí los agotados están en reposo. Sus obras les siguen: no van adelante como título de ellos, o como adquisición, pero los siguen como pruebas de haber vivido y muerto en el Señor; el recuerdo de ellos será grato y la recompensa, muy por encima de todos sus servicios y sufrimientos. Esto es asegurado por el testimonio del Espíritu, que atestigua en sus espíritus, y la palabra escrita.