martes, 30 de agosto de 2011

SANIDAD Y LIBERACION

OSEAS 6:1-3
1 ¡Venid, volvámonos al Señor!Él nos ha despedazado, pero nos sanará;nos ha herido, pero nos vendará. 2 Después de dos días nos dará vida;al tercer día nos levantará,y así viviremos en su presencia. 3 Conozcamos al Señor;vayamos tras su conocimiento.Tan cierto como que sale el sol,él habrá de manifestarse;vendrá a nosotros como la lluvia de invierno,como la lluvia de primavera que riega la tierra.
----------------------------------
Quienes se han apartado de Dios por consentimiento, y como cuerpo se arrastran mutuamente al pecado, deben, por consentimiento y como cuerpo, volver a Él, lo que será para su gloria y el bien de ellos. Será muy útil para el sostén en las aflicciones y animarnos al arrepentimiento, mantener buenos pensamientos de Dios y de sus propósitos y designios acerca de nosotros.
La liberación de la angustia debe ser para ellos como vida de los muertos. Dios los revivirá: la seguridad de esto los compromete a volver a Él. Pero esto parece referirse, además, a la resurrección de Jesucristo. Admiremos la sabiduría y la bondad de Dios que cuando el profeta predijo la liberación de la Iglesia de sus angustias, haya señalado nuestra salvación por Cristo; ahora, esas palabras se cumplen en la resurrección de Cristo, confirman nuestra fe en que Él es el que ha de venir, y que no tenemos que buscar a otro.
Aquí se promete una bendición preciosa; cual es la vida eterna, conocer a Dios. Los beneficios del favor de Dios nos están tan firmemente asegurados como el retorno de la mañana después de la noche oscura. Él vendrá a nosotros como la lluvia tardía y la temprana a la tierra, que la refresca y la hace fértil. La gracia de Dios en Cristo es la lluvia tardía y temprana; por ella empieza y sigue la buena de obra de dar fruto. Como fue levantado de la tumba, así el Redentor revivirá los corazones y las esperanzas de todos los que confían en Él. El vislumbre más débil de la esperanza en su palabra, es una primicia tan segura de acrecentar la luz y el consuelo, que será acompañada con la gracia purificadora y consoladora que la hace fructífera.

lunes, 29 de agosto de 2011

Reflexion biblica

HECHOS 3:1-6

1 Cierto día subían Pedro y Juan al templo a las tres de la tarde, que es la hora de la oración. 2 Junto a la puerta llamada Hermosa había un hombre lisiado de nacimiento, al que todos los días dejaban allí para que pidiera limosna a los que entraban en el templo. 3 Cuando éste vio que Pedro y Juan iban a entrar, les pidió limosna. 4 Pedro, con Juan, mirándolo fijamente, le dijo:—¡Míranos! 5 El hombre fijó en ellos la mirada, esperando recibir algo. 6 —No tengo plata ni oro —declaró Pedro—, pero lo que tengo te doy. En el nombre de Jesucristo de Nazaret, ¡levántate y anda!
-----------------------------------------
Los apóstoles y los primeros creyentes asistían al servicio de adoración en el templo a la hora de la oración. Parece que Pedro y Juan fueron llevados por dirección divina a obrar un milagro en un hombre de más de cuarenta años, inválido de nacimiento. En el nombre de Jesús de Nazaret, Pedro le manda levantarse y caminar. Así, si intentamos con buen propósito la sanidad de las almas de los hombres, debemos ir en el nombre y el poder de Jesucristo, llamando a los pecadores incapacitados que se levanten y anden en el camino de la santidad por fe en Él. ¡Qué dulce para nuestra alma es pensar que el nombre de Jesucristo de Nazaret puede hacernos íntegros, respecto de todas las facultades paralizadas de nuestra naturaleza caída! ¡Con cuánto gozo y arrobamiento santo andaremos por los atrios santos cuando Dios Espíritu nos haga entrar en ellos por su poder!

Servicio de búsqueda

Búsqueda personalizada