miércoles, 14 de julio de 2010

Mi Corona

2Timoteo 4:6 Porque yo ya estoy para ser sacrificado, y el tiempo de mi partida está cercano. 4:7 He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe. 4:8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.

La sangre de los mártires, aunque no era un sacrificio expiatorio, sin embargo, fue un sacrificio de reconocimiento de la gracia de Dios y de su verdad. La muerte para el hombre bueno es su liberación de la prisión de este mundo, y su partida a disfrutar del otro mundo. Como cristiano y ministro, Pablo había guardado la fe, sostenido con firmeza las doctrinas del evangelio. ¡Qué consuelo es poder hablar de esta manera al fin de nuestros días! La corona de los creyentes es una corona de justicia adquirida por la justicia de Cristo. Los creyentes no la tienen actualmente, pero es segura porque está puesta para ellos. El creyente, en medio de la pobreza, el dolor, la enfermedad y las agonías de la muerte, puede regocijarse; pero si un hombre descuida los deberes de su cargo y lugar, se oscurece la prueba de su interés en Cristo, y se puede esperar que la incertidumbre y la angustia oscurezcan y asedien sus últimas horas.

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