viernes, 16 de mayo de 2008

El Señor quiere bendecirte


Yo soy el Dios de tu padre, Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob. - Éxodo 3:6.

De en medio de la zarza ardiente, Dios se presentó a Moisés como el Dios personal de sus antepasados.

El Dios de Abraham.
¿Quién era Abraham cuando vivía en Mesopotamia? Nada más que un pecador entre muchos otros. Por el efecto de su gracia soberana, Dios se acercó a él para que saliese de su país y de su parentela. Le hizo promesas sin exigir nada a cambio, le dio una patria eterna de la cual podría gozar por la fe.¿Quiénes éramos nosotros antes de que Dios se nos revelara en su soberana gracia? Ahora hemos recibido promesas divinas referentes a nuestra morada eterna cerca de Dios.
El Dios de Isaac.
Isaac es especialmente recordado por la escena del monte Moriah, figura del sacrificio de Cristo, el Hijo unigénito muerto en la cruz y resucitado al tercer día. Salvos por el sacrificio de la cruz, conocemos a Dios como nuestro Dios y Padre.

El Dios de Jacob.
Todavía estamos en la tierra, sujetos a las consecuencias del pecado y rodeados de muchas dificultades a causa de nuestra vieja naturaleza y de nuestro entorno opuesto a Dios. Éste también era el caso de Jacob, especialmente cuando estaba lejos de la tierra prometida y luchaba con su difícil temperamento. Pero Dios lo sostuvo, dirigió sus circunstancias y lo formó de diferentes maneras. ¿No es así como Dios obra para con nosotros tan pronto como pasamos a ser sus hijos? Sí, hemos experimentado sus cuidados y fidelidad, aun cuando Dios considera necesario hacernos pasar por la prueba.

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