Eres un Dios clemente y compasivo,lento en iras y grande en misericordia,y que te arrepientes del mal que has amenazado traer.¡Ahora pues… ruégote me quites la vida;porque para mí es ya mejor morir que vivir!Y le dijo el Señor: ¿Haces bien en enojarte tanto?Jonás 4:2-4, V.M..
¿Haces bien en enojarte?
A menudo el Señor podría hacernos esta pregunta, como a su profeta desanimado: «¿Tienes razón de irritarte?» Jonás había anunciado el inminente juicio de Dios a la ciudad culpable, pero como los habitantes de Nínive se arrepintieron, Dios renunció a sus amenazas.
Obró en gracia con los ninivitas, dado que su misericordia es inmensa (ante todo para con los niños: capítulo 4:11). Entonces el profeta se sintió humillado, y en lugar de alegrarse y dar gracias, se enojó y criticó la bondad de Dios.
Hoy en día Dios sigue siendo el mismo, lleno de misericordia y perdón, siempre dispuesto a obrar en gracia para con aquel que se arrepiente de sus faltas. El juicio está muy cercano, porque el mundo sigue su camino con una impiedad e inmoralidad crecientes.
“Dios… ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan” (Hechos 17:30). Porque “Dios nuestro Salvador… quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:3-4). Esta buena nueva es válida para todos, sin distinción de raza u origen.
¿preferiríamos, como Jonás, sentarnos a nuestras anchas, y quizá con un sentimiento de nuestra propia justicia, para ver cómo Dios va a castigar a los malos? ¡Seamos más bien mensajeros que anuncian el camino de la salvación a los que nos rodean!